DÍA INTERNACIONAL DEL ACOSO ESCOLAR.
(...) la educación en valores debe comenzar
siendo una educación sentimental.
(...). En la primera infancia,
necesitamos fomentar en el niño el sentimiento de seguridad (...), la empatía
hacia los demás, en especial la compasión ante el dolor ajeno, la indignación
ante la injusticia, la generosidad, el respeto ante todo lo valioso y el
sentimiento del deber. Son sentimientos que van a facilitar el comportamiento
ético, porque lo contienen en germen.
(...) empatía es comprender la
emoción que otro siente. Tiene un aspecto afectivo y otro cognitivo.
(José Antonio Marina, Aprender a convivir)
Se
celebra este día para volver a recordar que el acoso escolar todavía existe y
que todos y todas, la sociedad en su conjunto, debemos poner todos los medios
para su erradicación.
El ritmo frenético de la vida moderna tiende al olvido. Una
sobreinformación suele producir una asfixia cognitiva, "para seleccionar lo verdadero de lo transitorio y falso para conocer las causas reales de los hechos". La sociedad necesita
tiempo, espacio y fórmulas para interiorizar y digerir la sobreinformación. En
el mundo del periodismo se acostumbra a
decir que una noticia de hoy puede que mañana ya no lo sea: el desalojo de una
noticia por otra más reciente. Una de las causas de este hecho es la
inmediatez, ¿el vivir en un presente no digerido e interiorizado debidamente?
Pues
bien, el Día Internacional del Acoso Escolar nos viene a decir justamente esto:
es una realidad y no debemos pasar página. Debemos tener presente esta realidad
desde la serenidad, la inteligencia integradora y con la disponibilidad de
todos los recursos necesarios para atajar y erradicar este fenómeno.
El
acoso escolar es una forma de maltrato que persigue humillar, dominar, despreciar
y anular a la víctima. Es un fenómeno complejo que reviste muchas formas en su
expresión y en su lenguaje. Como tal fenómeno social - no es un caso aislado -
debe abordarse con el rigor técnico necesario por parte de especialistas en la
materia desde la instituciones educativas, jurídicas, psicopedagógicas,
sociales y desde los contextos de la familia y de su entorno. El
establecimiento de protocolos de actuación (a corto, medio y a largo plazo) que
suponga la implicación y la colaboración de todas las partes (en su justa
medida) en la búsqueda de soluciones al
problema es imprescindible, porque el objetivo es proteger a la víctima y
ofrecerle causes e instrumentos para que supere las secuelas del acoso y así
recupere su integridad con su propia e inalienable personalidad. En definitiva, donde el
lenguaje y el espacio de las relaciones humanas sean el respeto a la persona.
El
acoso escolar también se expresa a través de la amenazas verbales y físicas, el
sexting, la homofobia, la lesbofobia, el aislamiento sobre las víctimas.
Las
consecuencias del acoso escolar son también complejas y deben ser analizadas y
tratadas por parte de especialistas desde todas las vertientes del mismo. Según
los estudios técnicos, las consecuencias o secuelas del acoso escolar van desde
la baja autoestima, el deterioro de la personalidad y hasta la bajada del
rendimiento académico de la víctima. También trastornos emocionales muy
importantes, llegando incluso a la posibilidad de poner en riesgo la integridad
psicofísica de la víctima del acoso escolar.
La
sociedad en su conjunto y sus instituciones deben poner los medios y recursos
para proteger a la víctima, a través de protocolos rigurosos que se ajusten de
forma flexible a cada caso y a cada realidad. Las instituciones educativas y
personal del ámbito del trabajo social, la familia, el entorno social, etc. (la
comunidad educativa) deben tomar medidas para erradicar este fenómeno social,
siempre con el imprescindible asesoramiento técnico de especialistas en la
materia.
Debemos
entre todos y todas crear espacios que generen confianza y seguridad a las
víctimas del acoso escolar y que permitan una solución integral al problema.
Debemos
erradicar el acoso escolar restableciendo el modelo básico de toda relación
humana: el respeto y el establecimiento de modelos éticos basados en la
solidaridad y en la empatía con las demás personas; establecer límites tajantes
a la primera señal de maltrato (en todas sus formas) y empoderar a la víctima
para que recupere su autoestima dañada y ultrajada. Porque no nos olvidemos de
esto: el acoso escolar provoca dolor y sufrimiento inmensos.
Es
necesario que el acosador se ponga en manos de especialista para que tome
conciencia del daño que produce en sus víctimas. En este sentido, es también
fundamental profundizar en el establecimiento de protocolos teniendo en cuenta
la realidad individual de cada caso y con el asesoramiento integral adecuado.
Por tanto, el acosador debe someterse a un proceso de rehabilitación de su
conducta lesiva y agresiva para que tome conciencia de las consecuencias de su
comportamiento. Proceso de recuperación que también debe estar en manos de
especialistas y técnicos (agentes altamente especializados), sin perder de
vista la colaboración y participación de las demás instancias educativas,
familiares, etc.
El
acoso escolar es un fenómeno grave, cualquiera que sea su intensidad o su
grado. No debemos olvidarlo y pasar
página.
Tampoco
olvidemos esto: para erradicar el acoso, la educación es una herramienta
poderosísima, como la luz del día.
Se lo agradecemos al compañero Aventino Marcial Sarmiento.
- Uno de cada diez alumnos es víctima de acoso escolar.
- Uno de cada tres niños afirma que en su clase existe acoso escolar.
- Los alumnos ya no se sienten chivatos ante el acoso escolar.
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